Por Rosa María Longo Berdaguer
La democracia como forma de gobierno implica garantizar el pluralismo, la heterogeneidad, el derecho a la diversidad y la práctica pacifica de la disidencia; legalizar la libertad como derecho civil y la igualdad de los individuos como derecho ciudadano. Estas premisas le otorgan valor moral porque significan que dan cabida a la dignidad y las potestades que como seres humanos nos corresponden.
La igualdad de todos los ciudadanos políticamente se concreta con la elección de quienes desempeñarán el gobierno; en consecuencia la legitimidad de un gobierno democrático es otorgada por el voto popular. Sin embargo ya en el poder el gobierno puede respetar o trastocar las premisas democráticas y actuar democráticamente, autoritariamente o dictatoríalmente,
En nuestro país el gobierno fue elegido democráticamente, pero su accionar presenta interrogantes. Su proyecto político se enmarca en la concepción Neoliberal y está dirigidp a concentrar el poder económico en pocas pero grandes corporaciones agroexportadoras, financieras y de servicios y se opone a una política popular/distributiva para posibilitar la equidad. Desde el inicio se implantaron decisiones económicas para lograr este objetivo, como suspender las retenciones al agro. Muchas de esas medidas se establecieron con decretos, es decir disposiciones inconsultas al resto de las fuerzas políticas; otras por consenso, pero que en numerosos casos lograron el voto con promesas o amenazas a los legisladores. En esta línea se toleran y justifican maniobras que aumenten los beneficios económicos aunque manifiestamente sean ilícitos y violación de las leyes, como las estafas al Estado en las cuentas off shore de estas sociedades y de quienes se encuentran en el poder, o conflictos de intereses en disposiciones que benefician a las empresas donde los ministros tienen participación.
Con la mentalidad empresarial neoliberal que considera que los sueldos son gastos, decidieron bajar los salarios, pero como para lograrlo tiene que haber desocupación consideraron conveniente que no hubiera desarrollo industrial quitando facilidades financieras y abriendo la importación para provocar el cierre de pymes. Al año, ya con una gran desocupación, están intentando limitar las paritarias a un techo que no cubre la inflación. Proponer y ejercer la disminución del personal y la invalidación de paritarias, corresponde a un modelo de exclusión donde progresiva pero rápidamente los pobres se tornan miserables y la clase media deviene pobre.
Pero conscientes de que los damnificados se opondrían, ejercieron desde el inicio una intolerancia absoluta hacia quienes disienten, tanto ideológicamente como frente a sus disposiciones. Así crearon con el apoyo tecnológico y los medios de comunicación afines campañas difamatorias para modelar una subjetividad que condenara a los gobiernos populares e inclusivos, renegara de la política, negara la premisa de derechos para todos y sostuviera que la diferencia entre ricos y pobres sólo depende de la meritocracia. Y ante las protestas concretas de trabajadores y desocupados, pequeños empresarios y comerciantes y mini pymes, se los trató de ineptos, vagos, ladrones, mafiosos, se apeló a la represión violenta, se sobornó o se persiguió a los jueces que no respondían a sus requerimientos con amenazas o promoviéndoles juicios políticos, y se trató de impedir la libertad de expresión atacando e inventando acusaciones a los periodistas y medios que no los secundaban.
Como resultado de los quince meses de gobierno se forjó una división entre los muy ricos -las grandes corporaciones agroexportadoras, financieras y de servicios- y los que viven de su trabajo. Para con los primeros hay una tolerancia sin fisuras para los delitos económicos mientras que para el resto, o sea los trabajadores, los que piensan diferente, no aceptan sus disposiciones o se rebelan a la marginación, se agudiza una intolerancia ya cercana a la violencia y al racismo.
¿Cómo calificar desde la ética y la política a este gobierno? Los principios que le dan valor ético a la democracia como la igualdad, el pluralismo o la disidencia no se respetan. La igualdad ante la ley ha sido cercenada con dádivas y amenazas a los jueces; acción corruptora que también se lleva a cabo sin disimulos para manipular parlamentarios y instituciones como la CGT. No se respeta el pluralismo porque se estigmatiza, margina y reprime a quienes disienten. Consecuentemente no actúa desde la ética democrática sino autoritariamente y en su proceso se acerca peligrosamente a una dictadura.
La política, como ya lo demostrara Aristóteles, incide fuertemente en la moral social. La desunión, incentivada con difamaciones y citicas, agudiza una moral ciudadana donde la agresión, la carencia de respeto por el otro y la justificación de la marginación de los grupos no privilegiados, van constituyéndose en valores. Crea una moral que sólo despliega valores negativos, como la desconfianza, el desprecio, la agresión o el racismo, donde la convivencia se torna difícil porque sólo dividen a la sociedad
Desde la ética y la política se puede sostener que Cambiemos no sólo estableció una grieta social sino también una grieta ética y democrática
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