CEDIAL – PSICOLOGÍA | La dimensión intersubjetiva del trabajo.

“En un universo bastante absurdo,
hay algo que no es absurdo,
es eso que se puede hacer por  los otros”   
           
André Malraux (1901 – 1976)
Por Ricardo E.J. Ferrari
(Psicólogo UBA)
La necesidad humana de la convivencia se pierde en la noche de los tiempos.
Sabemos que el ser humano se humaniza en presencia de otros humanos y por lo tanto en una escena social.
Buscar el origen, el momento de surgimiento de dicha necesidad es un imposible. Casi una insensatez. No hay modo de poder pensar la humanización por fuera de la convivencia con otros humanos. Buscar “un antes” es una tarea infructuosa. Ese “antes” es tan impensable como el estado de naturaleza.
Esa cosa llamada “naturaleza” supone la presencia de lo humano. La naturaleza no se nombra a sí misma como naturaleza. La montaña no dice “yo soy la montaña” ni el mar “yo soy el mar”.
Esa cosa llamada naturaleza es muda. Es indiferente. Es el humano quien la significa y le deja su impronta axiológica.  
pobre_1Hasta dónde sabemos somos seres sociales desde siempre y para siempre. La vida humana no es sin el otro. Para la constitución subjetiva es indispensable la presencia de los otros primordiales. De esos otros en donde se conjuga el suministro narcisista y la restricción del mismo. El bebé humano, tal como lo pensó Freud debe poder ser en algún momento “His majesty the baby” y también debe poder aceptar en un segundo momento abandonar dicha posición para no quedar fusionado en una relación indiscriminada que lo enferme.
El desarrollo humano supone el pasaje del narcisismo irrestricto a la restricción del narcisismo, lo cual permitirá el miramiento por el otro, por el semejante. La posibilidad de cuidarlo y de ser cuidado por él.
Cada vez que apelamos al origen lo hacemos en nombre del mito.
El origen de la vida humana es un mito de origen. Y como tal está estructurado por nuestra finitud. Necesitamos pensar en un principio y en un fin por nuestra estructura finita. Tal vez no haya ni principio ni fin.
El punto de partida entonces tiene que ser menos pretensioso. Más humano.
Parafraseando a J.L. Borges en su poema “Ausencia”:
“la falta” nos rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde”. 

Hay explicaciones que no tendremos nunca.
Sabemos que la condición de posibilidad de la convivencia es la producción de valores. Los humanos producimos, consensuamos e intercambiamos valores. La base del sistema social inhiere siempre sobre la esfera axiológica. Es esta dimensión axiológica la que nos permite vivir juntos.
La antropología del intercambio levistraussiana nos enseña en este sentido que el mundo humano es un mundo de reglas.
Estas reglas, que suponen valores, están presentes en toda formación social y cada sociedad las va a definir singularmente.
Reglas matrimoniales, reglas lingüísticas y reglas económicas.
El mundo del trabajo va a estar regulado, en su intercambio, por reglas económicas que indicarán el modo en que se producirán y distribuirán los bienes y servicios indispensables para la subsistencia de la sociedad. El hecho social por antonomasia para Lévi-Strauss es el intercambio: Intercambio de mensajes, intercambio de mujeres e intercambio de bienes y servicios. El intercambio supone la prohibición (prohibición que no está en el estado de naturaleza) pero también supone la habilitación y la ampliación de los grupos humanos inclinando la balanza en “el dar”, en la donación por sobre la retención. Haciendo predominar la alianza con los demás en lugar de la guerra de todos contra todos. En términos psicoanalíticos, la restricción del narcisismo por sobre el narcisismo irrestricto.
Desde siempre los seres humanos trabajan juntos. El trabajo supone siempre la presencia del otro.
Se trabaja con otros, para otros y en ocasiones en contra de otros.
Todo trabajo supone una dimensión intersubjetiva. Esta dimensión intersubjetiva del trabajo es siempre ambivalente. Supone el deseo de estar con los otros y de ser reconocido por ellos y también el sufrimiento de su presencia. La presencia de los otros nos recuerda que no podemos hacer todo lo que deseamos y que no siempre nuestros deseos coinciden con los deseos de los demás. Como nos recuerda Lidia Fernández todo trabajo implica la renuncia a partes del proyecto personal en pos del proyecto o meta organizacional y esto siempre acarrea un sufrimiento, sufrimiento que será mitigado o intensificado en tanto y en cuanto haya coincidencia o no entre ambos proyectos.
Las características democráticas o autoritarias de la organización también contribuirán a hacer más amable o a incrementar el sufrimiento. Un exceso de instituido organizacional incrementará el sufrimiento y favorecerá la alienación como un modo de defensa contra ese sufrimiento.
Leamos la enseñanza de Fernando Ulloa:
“Voy a abordar el complejo y arduo asunto de la crueldad desde distintos niveles:
1) En primer término “lo cruel”, así escrito con el artículo neutro precediendo al adjetivo. “Lo cruel”, sin sujeto manifiesto de la acción, convive en sociedad sin escándalo, incluso con nuestra connivencia. No en vano la palabra “connivencia” remite en su etimología a guiño, o a cerrar los ojos. No es que en “lo cruel” no exista un sujeto intelectual responsable, pero cabe destacar que puede adquirir estatuto de costumbre, en el que las mismas víctimas conviven con una intimidación que permanece inadvertida. Así “lo cruel” hace cultura, verdadera cultura de la mortificación en que la fecunda idea freudiana del malestar de la cultura es trocada por: malestar hecho cultura, donde claudica la valentía, la inteligencia, y el cuerpo se desadueña. Aquí la mortificación no sólo alude a muerte sino, fundamentalmente, a mortecino; sujeto coartado, en el que la queja nunca adviene protesta, y la transgresión a este acostumbramiento mortificado se queda sólo en una eventual infracción. Hasta se diría que, superada la faz aguda de la mortificación, las marcas siniestras de la crueldad, neutralizadas como “lo cruel”, se entremezclan con la civilización desmemoriada. Son quistes prontos a activarse.
En la mortificación de “lo cruel”, la ética queda reducida a una ética abstinente, atenta a lo que no se debe hacer, pero sin que aparezca el imperativo de advertir y accionar sobre las condiciones socioculturales y políticas que originan y sostienen esa situación mortificada.
2) Para el segundo abordaje es necesario examinar el pasaje de “lo cruel” a “la crueldad”. La crueldad, como implementación de la condición agresiva y odiosa del hombre, es un hecho cultural y requiere una política que la ambiente. Dentro de esa política, ilustrada entre nosotros por los objetivos socioeconómicos de marginación que implementó el terrorismo de Estado, o por las políticas actuales de ajustes, se organiza ese dispositivo que da entorno directo a la mayor crueldad. Un dispositivo que configura la encerrona trágica donde, no habiendo tercero de apelación, no hay ninguna salida inmediata para la víctima.”
(Ulloa, 1998)
Las características organizacionales y contextuales (políticas, económicas, sociales, históricas) favorecerán que los vínculos mediados por el trabajo estén basados en la colaboración, en la generosidad intelectual, en el aprendizaje y enriquecimiento mutuo o en la mezquindad, la rivalidad, los celos, la envidia, la delación y la hostilidad.
La división social técnica del trabajo supone que el saber-hacer es diverso y que cada quién contribuye a la subsistencia y desarrollo de la sociedad desde su saber-hacer y es reconocido y valorado por esto.
La precariedad de la vida humana impide que alguien pueda procurarse por sí mismo todo lo que necesita.
Esto último genera la conciencia de la importancia del otro y modifica, en parte, la visión del “otro como enemigo” sustituyéndola por “el otro como colaborador”. Está última sustitución tiene mejores perspectivas de satisfacción. Permite que la vida se torne más amable.
Sin embargo esta sustitución siempre es fallida y  muchas veces requiere de ingentes esfuerzos para que triunfe la colaboración por sobre la enemistad. Lucha que replica, en términos psicoanalíticos, la de Eros sobre Thanatos. 
Sabemos también que todo trabajo supone la restricción del narcisismo. Nadie puede trabajar si está todo el tiempo “mirándose el ombligo”.
Este abandono del narcisismo es el resultado de una “compulsión externa”. Son los otros los que nos arrancan de la célula narcisista. La sociedad y el trabajo como una de sus formaciones privilegiadas no sería posible sin este corte de la célula narcisista.
No trabajamos porque el trabajo forma parte de nuestra naturaleza como planteaba Marx. Trabajamos porque existe una sociedad que nos obliga a salir del solipsismo narcisista como un modo de autoconservación de la misma sociedad y por qué no, del individuo también.
Freud plantea en su obra “Introducción del narcisismo” que una cierta cuota de narcisismo es necesario para la vida pero que un exceso de éste nos enferma y atenta contra la vida.
Es en este sentido que Piera Aulagnier va a plantear que “el yo está condenado a investir objetos externos”. Lo opuesto conduce a la enfermedad mental y al sufrimiento por estasis libidinal y tanática en el yo. 
Recordemos que para Freud la salud mental está indicada por la capacidad de amar y trabajar. 
La salud mental (concepto controversial si los hay) va a depender en este sentido de un predominio relativo de la libido objetal sobre la libido narcisista.
La energía psíquica (libido y tánatos) no puede estancarse en el yo. La vida, la posibilidad de vivir una vida plena, no sin cierta cuota de sufrimiento, depende de esta salida del narcisismo irrestricto. En esa salida nos encontramos con las obligaciones pero también con los derechos. Con la obligación de contribuir y con el derecho a ser recompensado. En este sentido la vida humana inhiere siempre en una dimensión jurídica.
“Las leyes me engendraron” dirá Sócrates en el Critón de Platón. 
El trabajo, nos dice Freud, nos conecta con la realidad y con un sector importante de ésta que es la presencia de los otros. Presencia que siempre supone un riesgo. Presencia que es una de las tres fuentes de sufrimiento. El otro puede ser una fuente de placer pero también tornarse en una fuente de sufrimiento. El vínculo con el otro supone siempre dar y recibir placer pero también dar y recibir sufrimiento. Y ésto se replica en la dimensión intersubjetiva del trabajo, en los vínculos laborales. 
Es en este sentido que Christophe Dejours va a plantear que el trabajo es un fenómeno ambivalente. 
Un fenómeno que puede producir lo mejor (desarrollo personal, crecimiento económico, despliegue de nuestro saber-hacer, reconocimiento de los otros) pero también puede producir lo peor (altos índices de morbilidad y mortalidad como consecuencia de exigencias desmedidas, maltrato, explotación, acoso laboral, etc.)
En las sociedades en donde impera el sistema de libre mercado el trabajo va a tornarse en una fuente de sufrimiento, de morbilidad y mortalidad. Los vínculos laborales empiezan a basarse en la competencia desleal; en la delación; en el control paranoico del trabajador considerado como “un vago por naturaleza”. Queda abierta la puerta del “sálvese quien pueda” a través de una ideología meritocrática que en una sociedad  marcada  por la desigualdad va a dejar afuera a los sectores más vulnerables. 
El trabajo entonces también puede ser una fuente de malestar instalando el acoso moral, el distrés laboral, la adicción al trabajo, el consumo de psicotrópicos, la depresión, las crisis de angustia, las cardiopatías, el cáncer y el suicidio. 
En una sociedad recorrida por el cristianismo, el sistema de libre mercado, concentrando la economía en los sectores privilegiados de la sociedad y desamparando a los más vulnerables se convierte en una gran paradoja. Se olvida el mandato bíblico:  “A ninguna Viuda ni Huérfano Afligiréis (y no angustiarás al Extranjero por que vosotros sabéis como es el alma del Extranjero ya que Extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto)., Porque si tu llegas a Afligirles y ellos clamaran a mi ciertamente oiré yo su clamor y mi furor se encenderá y Os Mataré a espada y Vuestras Mujeres serán Viudas y Huérfanos Vuestros Hijos.” (EXODO 22:22-24)
“Porque Jehová vuestro Dios es Dios de Dioses y Señor de Señores, Dios es Grande, Poderoso y Temible que no hace acepción de personas ni toma cohecho que hace Justicia al Huérfano y a la Viuda., Que Ama también al Extranjero dándole Pan y Vestido” (DEUTERONOMIO 10:17-18) 
La teoría psicoanalítica va a plantear un trabajo al que denominará “trabajo psíquico”. Este trabajo consistirá en el desplazamiento hacia el mundo exterior de montos de energía psíquica que producirán un alivio en la tensión del aparato psíquico con respecto al aumento de esa energía tanto libidinal como tanática. 
Si está energía no puede ser descargada ya sea porque no hay dónde desplazarla, como en el caso de la desocupación, o por inhibición del trabajo profesional, esto producirá un estancamiento de dicha energía en el yo, lo cual generará sufrimiento y enfermedad.
Todo trabajo desde esta última perspectiva requerirá del “trabajo psíquico” cuyo desplazamiento energético posibilitará el trabajo entendido como transformación del objeto. 
Trabajar es transformar el objeto (ob-iectum. Aquello que se pone delante de mí) y esta transformación no es posible sin energía psíquica o psicofísica. 
Se transforma el ob-iectum para producir los bienes y servicios necesarios para la subsistencia y desarrollo social y esto implica siempre la presencia de los demás. 
Bibliografía
-Aulagnier, Piera (1984) Condenado a investir en Revista de Psicoanálisis. Marzo – junio Tomo XLI, nº 2/3
-Dejours, Ch. (2000). Psicodinámica del trabajo y vínculo social en Actualidad Psicológica Nº 274, Marzo
-Fernández, L. M. (2001). Instituciones educativas: dinámicas institucionales en situaciones críticas. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
-Freud, Sigmund (1986). Introducción del narcisismo, O.C., Volumen XIV, Buenos Aires, Amorrortu editores.
-Freud, Sigmund (1988). El Malestar en la Cultura, O.C., Volumen XXI, Buenos Aires, Amorrortu editores.
-Lévi-Strauss, Claude (1969). Las estructuras elementales del parentesco. Buenos Aires, editorial Paidós.
-Ulloa, Fernando (1998) La “Encerrona Trágica” en las situaciones de tortura y exclusión social.
Pensar el dispositivo de la crueldad. Buenos Aires, Página 12. Editorial La Página S.A.


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30 thoughts on “CEDIAL – PSICOLOGÍA | La dimensión intersubjetiva del trabajo.”

  1. el mundo laboral excelentemente presentado desde la perspectiva psicoanalítica. Me encantaron las citas de Borges , Platón y la biblia.la cual he leido de punta a punta aun no siendo religiosa, felicitaciones por el artículo y gracias por invitarme a compartir
    su lectura.

  2. Muy interesante artículo con respecto al hombre , trabajo, sociedad. Los políticos tendrán acceso a tan buena información de cómo se desarrolla la empatía social??

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      Centro de Investigación Académico Latinoamericano
      pobre_ciudad_incendio
      CEDIAL – PSICOLOGÍA | La dimensión intersubjetiva del trabajo.
      9 mayo, 2018 Redacción
      “En un universo bastante absurdo,
      hay algo que no es absurdo,
      es eso que se puede hacer por los otros”
      André Malraux (1901 – 1976)
      Por Ricardo E.J. Ferrari
      (Psicólogo UBA)
      La necesidad humana de la convivencia se pierde en la noche de los tiempos.
      Sabemos que el ser humano se humaniza en presencia de otros humanos y por lo tanto en una escena social.
      Buscar el origen, el momento de surgimiento de dicha necesidad es un imposible. Casi una insensatez. No hay modo de poder pensar la humanización por fuera de la convivencia con otros humanos. Buscar “un antes” es una tarea infructuosa. Ese “antes” es tan impensable como el estado de naturaleza.
      Esa cosa llamada “naturaleza” supone la presencia de lo humano. La naturaleza no se nombra a sí misma como naturaleza. La montaña no dice “yo soy la montaña” ni el mar “yo soy el mar”.
      Esa cosa llamada naturaleza es muda. Es indiferente. Es el humano quien la significa y le deja su impronta axiológica.
      pobre_1Hasta dónde sabemos somos seres sociales desde siempre y para siempre. La vida humana no es sin el otro. Para la constitución subjetiva es indispensable la presencia de los otros primordiales. De esos otros en donde se conjuga el suministro narcisista y la restricción del mismo. El bebé humano, tal como lo pensó Freud debe poder ser en algún momento “His majesty the baby” y también debe poder aceptar en un segundo momento abandonar dicha posición para no quedar fusionado en una relación indiscriminada que lo enferme.
      El desarrollo humano supone el pasaje del narcisismo irrestricto a la restricción del narcisismo, lo cual permitirá el miramiento por el otro, por el semejante. La posibilidad de cuidarlo y de ser cuidado por él.
      Cada vez que apelamos al origen lo hacemos en nombre del mito.
      El origen de la vida humana es un mito de origen. Y como tal está estructurado por nuestra finitud. Necesitamos pensar en un principio y en un fin por nuestra estructura finita. Tal vez no haya ni principio ni fin.
      El punto de partida entonces tiene que ser menos pretensioso. Más humano.
      Parafraseando a J.L. Borges en su poema “Ausencia”:
      “la falta” nos rodea
      como la cuerda a la garganta,
      el mar al que se hunde”.
      Hay explicaciones que no tendremos nunca.
      Sabemos que la condición de posibilidad de la convivencia es la producción de valores. Los humanos producimos, consensuamos e intercambiamos valores. La base del sistema social inhiere siempre sobre la esfera axiológica. Es esta dimensión axiológica la que nos permite vivir juntos.
      La antropología del intercambio levistraussiana nos enseña en este sentido que el mundo humano es un mundo de reglas.
      Estas reglas, que suponen valores, están presentes en toda formación social y cada sociedad las va a definir singularmente.
      Reglas matrimoniales, reglas lingüísticas y reglas económicas.
      El mundo del trabajo va a estar regulado, en su intercambio, por reglas económicas que indicarán el modo en que se producirán y distribuirán los bienes y servicios indispensables para la subsistencia de la sociedad. El hecho social por antonomasia para Lévi-Strauss es el intercambio: Intercambio de mensajes, intercambio de mujeres e intercambio de bienes y servicios. El intercambio supone la prohibición (prohibición que no está en el estado de naturaleza) pero también supone la habilitación y la ampliación de los grupos humanos inclinando la balanza en “el dar”, en la donación por sobre la retención. Haciendo predominar la alianza con los demás en lugar de la guerra de todos contra todos. En términos psicoanalíticos, la restricción del narcisismo por sobre el narcisismo irrestricto.
      Desde siempre los seres humanos trabajan juntos. El trabajo supone siempre la presencia del otro.
      Se trabaja con otros, para otros y en ocasiones en contra de otros.
      Todo trabajo supone una dimensión intersubjetiva. Esta dimensión intersubjetiva del trabajo es siempre ambivalente. Supone el deseo de estar con los otros y de ser reconocido por ellos y también el sufrimiento de su presencia. La presencia de los otros nos recuerda que no podemos hacer todo lo que deseamos y que no siempre nuestros deseos coinciden con los deseos de los demás. Como nos recuerda Lidia Fernández todo trabajo implica la renuncia a partes del proyecto personal en pos del proyecto o meta organizacional y esto siempre acarrea un sufrimiento, sufrimiento que será mitigado o intensificado en tanto y en cuanto haya coincidencia o no entre ambos proyectos.
      Las características democráticas o autoritarias de la organización también contribuirán a hacer más amable o a incrementar el sufrimiento. Un exceso de instituido organizacional incrementará el sufrimiento y favorecerá la alienación como un modo de defensa contra ese sufrimiento.
      Leamos la enseñanza de Fernando Ulloa:
      “Voy a abordar el complejo y arduo asunto de la crueldad desde distintos niveles:
      1) En primer término “lo cruel”, así escrito con el artículo neutro precediendo al adjetivo. “Lo cruel”, sin sujeto manifiesto de la acción, convive en sociedad sin escándalo, incluso con nuestra connivencia. No en vano la palabra “connivencia” remite en su etimología a guiño, o a cerrar los ojos. No es que en “lo cruel” no exista un sujeto intelectual responsable, pero cabe destacar que puede adquirir estatuto de costumbre, en el que las mismas víctimas conviven con una intimidación que permanece inadvertida. Así “lo cruel” hace cultura, verdadera cultura de la mortificación en que la fecunda idea freudiana del malestar de la cultura es trocada por: malestar hecho cultura, donde claudica la valentía, la inteligencia, y el cuerpo se desadueña. Aquí la mortificación no sólo alude a muerte sino, fundamentalmente, a mortecino; sujeto coartado, en el que la queja nunca adviene protesta, y la transgresión a este acostumbramiento mortificado se queda sólo en una eventual infracción. Hasta se diría que, superada la faz aguda de la mortificación, las marcas siniestras de la crueldad, neutralizadas como “lo cruel”, se entremezclan con la civilización desmemoriada. Son quistes prontos a activarse.
      En la mortificación de “lo cruel”, la ética queda reducida a una ética abstinente, atenta a lo que no se debe hacer, pero sin que aparezca el imperativo de advertir y accionar sobre las condiciones socioculturales y políticas que originan y sostienen esa situación mortificada.
      2) Para el segundo abordaje es necesario examinar el pasaje de “lo cruel” a “la crueldad”. La crueldad, como implementación de la condición agresiva y odiosa del hombre, es un hecho cultural y requiere una política que la ambiente. Dentro de esa política, ilustrada entre nosotros por los objetivos socioeconómicos de marginación que implementó el terrorismo de Estado, o por las políticas actuales de ajustes, se organiza ese dispositivo que da entorno directo a la mayor crueldad. Un dispositivo que configura la encerrona trágica donde, no habiendo tercero de apelación, no hay ninguna salida inmediata para la víctima.” (Ulloa, 1998)
      Las características organizacionales y contextuales (políticas, económicas, sociales, históricas) favorecerán que los vínculos mediados por el trabajo estén basados en la colaboración, en la generosidad intelectual, en el aprendizaje y enriquecimiento mutuo o en la mezquindad, la rivalidad, los celos, la envidia, la delación y la hostilidad.
      La división social técnica del trabajo supone que el saber-hacer es diverso y que cada quién contribuye a la subsistencia y desarrollo de la sociedad desde su saber-hacer y es reconocido y valorado por esto.
      La precariedad de la vida humana impide que alguien pueda procurarse por sí mismo todo lo que necesita.
      Esto último genera la conciencia de la importancia del otro y modifica, en parte, la visión del “otro como enemigo” sustituyéndola por “el otro como colaborador”. Está última sustitución tiene mejores perspectivas de satisfacción. Permite que la vida se torne más amable.
      Sin embargo esta sustitución siempre es fallida y muchas veces requiere de ingentes esfuerzos para que triunfe la colaboración por sobre la enemistad. Lucha que replica, en términos psicoanalíticos, la de Eros sobre Thanatos.
      Sabemos también que todo trabajo supone la restricción del narcisismo. Nadie puede trabajar si está todo el tiempo “mirándose el ombligo”.
      Este abandono del narcisismo es el resultado de una “compulsión externa”. Son los otros los que nos arrancan de la célula narcisista. La sociedad y el trabajo como una de sus formaciones privilegiadas no sería posible sin este corte de la célula narcisista.
      No trabajamos porque el trabajo forma parte de nuestra naturaleza como planteaba Marx. Trabajamos porque existe una sociedad que nos obliga a salir del solipsismo narcisista como un modo de autoconservación de la misma sociedad y por qué no, del individuo también.
      Freud plantea en su obra “Introducción del narcisismo” que una cierta cuota de narcisismo es necesario para la vida pero que un exceso de éste nos enferma y atenta contra la vida.
      Es en este sentido que Piera Aulagnier va a plantear que “el yo está condenado a investir objetos externos”. Lo opuesto conduce a la enfermedad mental y al sufrimiento por estasis libidinal y tanática en el yo.
      Recordemos que para Freud la salud mental está indicada por la capacidad de amar y trabajar.
      La salud mental (concepto controversial si los hay) va a depender en este sentido de un predominio relativo de la libido objetal sobre la libido narcisista.
      La energía psíquica (libido y tánatos) no puede estancarse en el yo. La vida, la posibilidad de vivir una vida plena, no sin cierta cuota de sufrimiento, depende de esta salida del narcisismo irrestricto. En esa salida nos encontramos con las obligaciones pero también con los derechos. Con la obligación de contribuir y con el derecho a ser recompensado. En este sentido la vida humana inhiere siempre en una dimensión jurídica.
      “Las leyes me engendraron” dirá Sócrates en el Critón de Platón.
      El trabajo, nos dice Freud, nos conecta con la realidad y con un sector importante de ésta que es la presencia de los otros. Presencia que siempre supone un riesgo. Presencia que es una de las tres fuentes de sufrimiento. El otro puede ser una fuente de placer pero también tornarse en una fuente de sufrimiento. El vínculo con el otro supone siempre dar y recibir placer pero también dar y recibir sufrimiento. Y ésto se replica en la dimensión intersubjetiva del trabajo, en los vínculos laborales.
      Es en este sentido que Christophe Dejours va a plantear que el trabajo es un fenómeno ambivalente.
      Un fenómeno que puede producir lo mejor (desarrollo personal, crecimiento económico, despliegue de nuestro saber-hacer, reconocimiento de los otros) pero también puede producir lo peor (altos índices de morbilidad y mortalidad como consecuencia de exigencias desmedidas, maltrato, explotación, acoso laboral, etc.)
      En las sociedades en donde impera el sistema de libre mercado el trabajo va a tornarse en una fuente de sufrimiento, de morbilidad y mortalidad. Los vínculos laborales empiezan a basarse en la competencia desleal; en la delación; en el control paranoico del trabajador considerado como “un vago por naturaleza”. Queda abierta la puerta del “sálvese quien pueda” a través de una ideología meritocrática que en una sociedad marcada por la desigualdad va a dejar afuera a los sectores más vulnerables.
      El trabajo entonces también puede ser una fuente de malestar instalando el acoso moral, el distrés laboral, la adicción al trabajo, el consumo de psicotrópicos, la depresión, las crisis de angustia, las cardiopatías, el cáncer y el suicidio.
      En una sociedad recorrida por el cristianismo, el sistema de libre mercado, concentrando la economía en los sectores privilegiados de la sociedad y desamparando a los más vulnerables se convierte en una gran paradoja. Se olvida el mandato bíblico: “A ninguna Viuda ni Huérfano Afligiréis (y no angustiarás al Extranjero por que vosotros sabéis como es el alma del Extranjero ya que Extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto)., Porque si tu llegas a Afligirles y ellos clamaran a mi ciertamente oiré yo su clamor y mi furor se encenderá y Os Mataré a espada y Vuestras Mujeres serán Viudas y Huérfanos Vuestros Hijos.” (EXODO 22:22-24)
      “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de Dioses y Señor de Señores, Dios es Grande, Poderoso y Temible que no hace acepción de personas ni toma cohecho que hace Justicia al Huérfano y a la Viuda., Que Ama también al Extranjero dándole Pan y Vestido” (DEUTERONOMIO 10:17-18)
      La teoría psicoanalítica va a plantear un trabajo al que denominará “trabajo psíquico”. Este trabajo consistirá en el desplazamiento hacia el mundo exterior de montos de energía psíquica que producirán un alivio en la tensión del aparato psíquico con respecto al aumento de esa energía tanto libidinal como tanática.
      Si está energía no puede ser descargada ya sea porque no hay dónde desplazarla, como en el caso de la desocupación, o por inhibición del trabajo profesional, esto producirá un estancamiento de dicha energía en el yo, lo cual generará sufrimiento y enfermedad.
      Todo trabajo desde esta última perspectiva requerirá del “trabajo psíquico” cuyo desplazamiento energético posibilitará el trabajo entendido como transformación del objeto.
      Trabajar es transformar el objeto (ob-iectum. Aquello que se pone delante de mí) y esta transformación no es posible sin energía psíquica o psicofísica.
      Se transforma el ob-iectum para producir los bienes y servicios necesarios para la subsistencia y desarrollo social y esto implica siempre la presencia de los demás.
      Bibliografía
      -Aulagnier, Piera (1984) Condenado a investir en Revista de Psicoanálisis. Marzo – junio Tomo XLI, nº 2/3
      -Dejours, Ch. (2000). Psicodinámica del trabajo y vínculo social en Actualidad Psicológica Nº 274, Marzo
      -Fernández, L. M. (2001). Instituciones educativas: dinámicas institucionales en situaciones críticas. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
      -Freud, Sigmund (1986). Introducción del narcisismo, O.C., Volumen XIV, Buenos Aires, Amorrortu editores.
      -Freud, Sigmund (1988). El Malestar en la Cultura, O.C., Volumen XXI, Buenos Aires, Amorrortu editores.
      -Lévi-Strauss, Claude (1969). Las estructuras elementales del parentesco. Buenos Aires, editorial Paidós.
      -Ulloa, Fernando (1998) La “Encerrona Trágica” en las situaciones de tortura y exclusión social.
      Pensar el dispositivo de la crueldad. Buenos Aires, Página 12. Editorial La Página S.A.
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      4 comentarios en “CEDIAL – PSICOLOGÍA | La dimensión intersubjetiva del trabajo.”
      Parlice Simpson dice:
      9 mayo, 2018 a las 6:52 pm
      Artículo muy interesante que desde una perspectiva psicológica nos plantea el tema del mundo laboral.
      Responder
      Ricardo E.J. Ferrari dice:
      9 mayo, 2018 a las 8:03 pm
      Muchas gracias por leerlo!!!
      Responder
      silvia Martin dice:
      10 mayo, 2018 a las 12:14 am
      Muy interesante artículo con respecto al hombre , trabajo, sociedad. Los políticos tendrán acceso a tan buena información de cómo se desarrolla la empatía social??
      Responder
      Alicia Bureau dice:
      10 mayo, 2018 a las 2:27 am
      Muy interesante el artículo Ricardo y particularmente comprendí al leerlo la razón de las políticas neoliberales despojando a los trabajadores para lograr ese efecto de “lo cruel” Gracias por ampliar el pensamiento
      Responder
      Ricardo E J Ferrari dice:
      10 mayo, 2018 a las 2:38 am
      Tu comentario está pendiente de moderación
      Muchísimas gracias!!!
      Abrazo!!!
      Responder
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  3. Muy buen artículo para pensar el trabajo. El desarrollo de lo cruel en Ulloa es practicamente una categoría conceptual para pensar las politicas hoy.

  4. Muy interesante el artículo Ricardo y particularmente comprendí al leerlo la razón de las políticas neoliberales despojando a los trabajadores para lograr ese efecto de “lo cruel” Gracias por ampliar el pensamiento

  5. Excelente reflexión, en especial en tiempos en que el neoliberalismo arrasa la subjetividad con ideales imposibles y martirizantes como el selfmademan
    Muy claro y profundo.

  6. Excelente Ricardo, muy adecuado para esta etapa en que el mundo parece abismarse cada vez mas a la enajenacion del espacio social, cada día mas “extrañados” en un mundo extraño que aisla y promueve ese egocentrismo infantil, antisocial, alienante, un mundo que produce y reproduce sociopatas, pero por otra parte hay un resquicio de salvación (sanación?), hubo una pelicula muy pasatista por cierto pero que tiene una imagen muy acertada, en “Yo robot” las “maquinas” obsoletas, abandonadas, tiradas a un basural toman una actitud identificada como humana, el protagonista se asombra, ante el despojo y la miseria esas “máquinas” tienden a unirse, a amucharse como unica forma de subsistencia, será que ahí, en esos margenes de despojo la “humanidad” tal y como uno la reconoce en su particularidad, se gesta la resistencia al mundo de lo “exitoso” y meritocratico, ahi aún tanatos no ha vencido ni narciso se deleita de si mismo?, será que siempre el egoísmo-egocentrismo encuentra su propio limite en el que las relaciones formales y sin sentido, donde lo humano es fingido y de a poco se convierte en antihumano y por consecuencia autodestructivo, ahí decía…se termina con el “fetichismo” de la sociedad del despojo?, mucho para pensar, creo que es inviable a largo plazo una sociedad como la que estamos padeciendo y que el germen de su fin es inherente a sus propias caracterristicas antihumanas. Un abrazo, excelente!

  7. Muy buen articulo. La naturaleza es sabia y se nos ofrece a pleno incluyendo en el paquete las necesidades basicas, que nos obligan a trabajar para satisfacerlas y a pedir ayuda cuando no podemos hacerlo solos. El trabajo nos dignifica y nos plantea nuevas metas y el pedido de colaboracion nos lleva a sociabilizar, planteando en el futuro relaciones mas profundas. Te felicito!

  8. Una clara mirada sobre el individuo: el sufrimiento , la recompensa,el autosometimiento a veces ,producto , en parte importante, de una crisis provocada por los cánones impuestos a través de políticas de Estado .Esclarecedoras y seleccionadas con gran acierto las diversas fuentes citadas.Amén del uso de las mismas como respaldo a éste gran artículo.Gracias por compartirlo y así ayudarnos a enfocar nuestras ideas, por momentos tan dispersas.

  9. Una clara mirada sobre el individuo: el sufrimiento , la recompensa,el autosometimiento a veces ,producto , en parte importante, de una crisis provocada por los cánones impuestos a través de políticas de Estado .Esclarecedoras y seleccionadas con gran acierto las diversas fuentes citadas.Amén del uso de las mismas como respaldo a éste gran artículo.Gracias por compartirlo y así ayudarnos a enfocar nuestras ideas, por momentos tan dispersas.

  10. Muy buen artículo, una mirada psicológica sobre el mercado laboral en la actualidad y la alienación que este provoca.
    Me dejó reflexionando sobre como la crueldad convive con nosotros y la sociedad nos la muestra como “inevitable” y “parte de lo natural” nos acostumbramos tanto a ella que pasamos por al lado y ni siquiera la vemos, la crueldad debería desnaturalizarse, hacerse visible y ser cuestionada, pienso que así podríamos evitarla, o por lo menos disminuirla.
    Saludos!

  11. Buenas noches. ..
    Puntualmente en el párrafo primero en que se intenta explicar desde un punto de vista trayendo a Borges como o en un ejemplo de razonamiento sobre la o lo cruel y la moral no me parece del todo hacertado tener un solo pensador como verdad la crueldad por jung tendría mucho más efecto recreativo en el común de los lectores eventuales dado que la psicología al no ser una ciencia cuenta esta por tal con un Sin fin de opiniones encontradas o no
    .
    Asi y todo el artículo en si es por mas aclarativo .

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